(By Carlos)
Nuestro breve paso por Wellington confirmó la buena fama de la capital neozelandesa. Una ciudad acogedora, moderna, agradable, con bonitas vistas y bares, cafés y restaurantes de todo tipo. Windy Welly cuenta con una oferta cultural y de ocio de lo más activa, a lo que hay que sumar su buena ubicación, que permite visitar desde ella con facilidad tanto la isla norte como la isla sur. Vaya, que es de esos lugares en los que yo me podría plantear asentarme por un tiempo, ya que aúna la maravillosa naturaleza de New Zealand y la actividad de una gran (pequeña) ciudad, algo que un urbanita como yo necesita, para qué nos vamos a engañar.
Pero nuestro viaje era un no parar y en particular en Oceanía los días estaban contados, por lo que apenas 48 horas después de pisar Wellington nos tocaba viajar hacia Turangi, donde habíamos dejado pendiente un auténtico must de nuestro viaje, el imprescindible trekking de un día en el monte Tongariro.
Llegamos a la pequeña localidad de Turangi a media mañana y el tiempo parecía acompañar. Cruzamos los dedos antes de preguntar qué previsión metereológica había para el día siguiente, ya que en caso de no ser buena, podíamos encontrarnos con el parque cerrado. En ese caso podríamos quizás tratar de hacer el trekking el día siguiente, pero entonces ya iríamos a contrarreloj.
Tuvimos suerte. La previsión era buena. O cuanto menos, no era mala. A decir verdad, parecía que podíamos contar con mejor tiempo dos días después, pero al poder hacerlo el día siguiente nos negamos a arriesgarnos a un cambio de tiempo de última hora. Así que nos alojamos en la acogedora guest house que habíamos reservado previamente y saludamos a las dos inquilinas que allá se encontraban, dos simpáticas inglesas, viajeras como nosotros. Lo curioso fue que el dueño del hospedaje no llegó a aparecer nunca por el hostal.
Al llegar a la guest house, el dueño de la misma, el host, simplemente dejó una nota con nuestra llave y nos pidió que dejáramos el dinero en una caja. Así que estuvimos en esa cabaña de madera, cocinando y compartiendo vino a nuestras anchas, como si fuera nuestra casa de la montaña. Esto es New Zealand, todo confianza y buena fe.
Nuestras compañeras de alojamiento tenían pensado hacer el trekking del Tongariro el día después que nosotros y luego resultó que ellas sí contaron con un día espléndido, pero una vez visto en perspectiva, creo que hicimos bien en optar por la jornada anterior.
Nuestro día en el Tongariro pareció amanecer apacible, pero mientras nos acercábamos a la base de la montaña las nubes iban haciendo acto de presencia hasta reunirse todas para darnos la bienvenida.
Y así lo hicieron, llorando incluso, de forma que en cuanto dimos los primeros pasos del trekking, notamos como pequeñas gotas de lluvia comenzaban a caer del cielo. No nos importó, era una lluvia fina e íbamos equipados como para que no fuese un problema. Tampoco vimos con malos ojos que el cielo se tornara gris, al fin y al cabo nos encontrábamos en ‘Mordor’, camino del ‘Monte del Destino’, localizaciones de la película ‘El Señor de los Anillos’ para las que su director, Peter Jackson, escogió el lugar donde nos encontrábamos. De aquella forma uno se metía mejor que nunca en el papel de hobbit tratando de salvar al mundo.
Cuando el viento comenzó a soplar el frío se hizo más patente y, a medida que el camino se volvía más empinado, nos fuimos sintiendo más Frodo y Sam, que sufrieron lo indecible por esos parajes. Alcanzando el punto más alto de la caminata ya había pocas bromas, la lluvia se tornó nieve, la senda era resbaladiza y las ráfagas de viento obligaban a alejarse lo más posible de los límites del paso. «Vale», pensamos entonces, «quizás tampoco necesitábamos meternos tanto en la historia del amigo Tolkien».
Por un momento dudamos si debíamos volver, pero desechamos la idea. La visión de los tres lagos desde lo alto nos hizo olvidar todos los males. No era un día soleado, pero la dureza del clima lo hacía incluso más bello. Allá nos encontramos con un grupo de cinco personas con algunas dificultades para bajar, debido a la cantidad de nieve acumulada.
Más adelante, tres jóvenes franceses decidían seguir el camino a lo Kilian Jornet, esto es, corriendo por la montaña como cabras huyendo de un fuego, olvidándose del placer de caminar.
Al pasar al otro lado de la montaña el clima fue mejorando notablemente hasta acabar paseando bajo la cálida luz del sol. El camino de bajada era sencillo y las vistas del lago y volcanes cercanos invitaban a disfrutar el paisaje y eso hicimos.
Comimos algo en un pequeño refugio junto a los franceses, que allí descansaban. Luego incluso decidimos acompañarles en su estilo runner en parte del camino. Finalmente, todos menos uno de ellos acabamos a ritmo de paseo y charlando. Fue un gran día, de esos que nunca se olvidan.
La mañana siguiente el sol relució y nuestras amigas de la Guest House pudieron disfrutar de un trekking mucho más apacible. Nos alegramos por ellas, que iban con algo de miedo, nosotros no les cambiamos nuestra experiencia tolkieniana :)
Tras pasar nuestra última noche en Auckland, nos dirigimos al aeropuerto y dejamos el coche de alquiler donde nos indicaron. Días después nos llegaría un cobro de la compañía por aparcar el coche donde no debíamos hacerlo. Costó varios mails hacerles entender que eso era lo que nos habían indicado, pero finalmente logramos que entraran en razón y nos devolvieran el importe correspondiente. Incluso en eso, en los malentendidos, nos llevamos una impresión positiva de Nueva Zelanda.
Esas dos islas de Oceanía, tan lejos de nuestra tierra natal, se han convertido en uno de los lugares que mejor recuerdo nos han dejado y sin duda son uno de los lugares a los que espero volver algún día. Ahora entiendo que sus ciudades se encuentren en lo más alto de los ránkings cuando se habla de calidad de vida. Nueva Zelanda es uno de los países con menos corrupción y con mejores índices en educación, democracia o libertad económica.
Todo ello hace que el país sea considerado por muchos estudios como el país más libre y con el mayor respeto a los derechos civiles en el mundo. Sumémosle una belleza natural extraordinaria y unas gentes amables y acogedoras. ¿Aún no estás planeando tu viaje a New Zealand?
Ya era hora!!! bienvenidos de nuevo a la senda del posteo…
Grandes recuerdos me han traído estas fotos, un trekking durillo pero impresionante para ser sólo de un día. Os veo muy metidos en vuestros papeles de hobbits ;-)
Por lo demás, lo que dices… NZ da envidia sana, un buen ejemplo son esas cabañas con las llaves bajo el felpudo y una caja para dejar el dinero acordado. Estamos muy lejos de eso.
Abrazos y a postear más! Vagos! ;-)
Gracias, Marshall! Ahora esto ya no se frena! Palabra de viajero!! :)
C.