29 abril – 6 mayo – New Zealand (South Island). Naturaleza en estado puro

New Zealand South Island

(By Carlos)

Llegamos a Picton, el principal puerto de entrada de la Isla Sur de New Zealand, con la intención de alquilar un coche durante unos 8-10 días con el que recorrer la misma durante una semana, pero aceptamos la oferta de devolverlo en Auckland a un coste mínimo, haciéndonos cargo únicamente del precio del transporte por ferry del vehículo. A cambio, disponíamos del vehículo hasta nuestro último día en el país y podíamos devolverlo en el mismo aeropuerto del norte desde donde debíamos tomar nuestro siguiente vuelo, así que la oferta nos vino que ni pintada. En Nueva Zelanda y Australia son habituales estas relocations, mediante las cuales sale mucho más económico el alquiler de un vehículo, o incluso gratuito, si lo llevas de un punto a otro del país. Existen webs que facilitan este tipo de acuerdos y en ocasiones también uno tiene la suerte de encontrarse la oferta a medida en la misma oficina de alquiler a cargo de una bonachona inglesa residente en las Antípodas :)

Pablo y Picton

Primos al volante

Por carretera nos dirigimos a la costa oeste, a Westport. Pablo disfrutó de lo lindo de las curvas del camino, tanto que nos desviamos donde no debíamos, alargando la llegada en unas dos horas. Westport paracía un pueblo fantasma entonces, por suerte nuestro hostel resultó un oasis acogedor habitado por backpackers, donde encontramos un buen ambiente. Parecía que el hostel era el único lugar con vida en la zona y por suerte tenían sitio para nosotros. Tras unas horas casi sin cruzarnos sin otros seres vivos, se agradecía un poco de compañía.

Picton

Pablo al volanteEl día siguiente empezamos realmente a disfrutar de la libertad que nos daba el disponer de vehículo propio. El sol relucía y gozábamos de una fresca temperatura de inicios de invierno, perfecta para recorrer la carretera de la costa hasta la localidad de Franz Josef, donde se encuentran los glaciares más conocidos de Nueva Zelanda. Así que cargamos el coche con nuestra primera compra de muchas que vendrían (pasta, arroz, leche, cereales, agua, fruta y la botellita de vino local un escalón por encima de la más barata XD) e iniciamos ruta hasta una zona cercana en la que pudimos observar una colonia de focas y gozar de un bonito paseo hasta un faro.

Paseo

LighthouseNuestro siguiente destino eran las famosas ‘Pancake Rocks’, unas rocas que han adquirido unas curiosas formas parecidas a los pancakes (panqueques o tortitas) debido a la erosión constante de las olas sobre ellas a lo largo de millones de años. Todo este trayecto lo realizamos por la Great Coast Road, que recientemente fue votada por los lectores de la guía de viajes Lonely Planet como una de las 10 mejores carreteras de costa del mundo. Esté entre las 10, 20 ó 30 mejores, lo cierto es que recorrerla es todo un placer y si el tiempo acompaña, tal como sucedió en nuestro caso, el disfrute es completo. Constantemente nos encontramos con paisajes para detenernos y tomar alguna fotografía.

Pancake rocks

Road

Con estas buenas sensaciones seguimos nuestro camino hasta alcanzar, a eso de las 6 de la tarde y cuando ya empieza a anochecer en esta parte del mundo, Franz Josef Town. Este pueblo se ha convertido en un destino habitual para muchos excursionistas y cuenta con una amplia oferta de hostels con todas las comodidades necesarias y a precios asequibles, además muchos ofrecen algunos extras gratuitos que se agradecen, como sopa caliente gratis o un jacuzzi comunitario. Nos quedamos en Chateu Franz, que a los extras mencionados sumaba el de red wifi gratuita (poco habitual en Nueva Zelanda) y el de una jarra llena de palomitas en todo momento (este último detalle no influyó realmente en nuestra elección :P).

Soup

Franz Josef ofrece la oportunidad de realizar diversas actividades por la zona, en su mayoría para visitar el glaciar de mismo nombre. Lamentablemente, la gran masa de hielo ha ido retrocediendo en los últimos años, por lo que ya no resulta seguro caminar desde su parte baja y para acceder a una zona más avanzada se requiere volar en helicóptero, nada barato. Puestos a dejarnos una pasta, decidimos hacerlo en volar algo más alto y saltar en paracaídas.

SkydiveHabíamos pensado llevar a cabo la experiencia de casi volar en Queenstown, no en Franz Josef, pero el excelente día con el que amanecimos iluminó nuestros rostros y la mente de Pablo, que decidió que una mañana como aquella no sería fácil de repetir en el otoño neozelandés. Así nos lo confirmaron después los instructores de vuelo, cuando nos aseguraron que solo tenían cielos tan despejados en esa zona unos 30 días al año.

Before the jump

La experiencia de saltar en paracaídas fue inmejorable. Para Pablo fue su segunda vez, 15 años después, para mí fue la primera y hacerlo en un día como aquel, en la otra punta del mundo y sobre un glaciar… La espera había merecido la pena. Era algo que siempre había querido hacer y que sabía que acabaría viviendo, pero nunca había imaginado un guión como aquel.

Faces post jumping

En cuanto a lo que sentí, lo resumiré en un cosquilleo constante desde que firmas el papel con el que tomas la decisión y en una excitación que no deja de crecer en cuanto te pones el mono y el casco y gafas correspondientes y que se acelera al subir a la avioneta, aún más al despegar e ir ascendiendo.

El miedo empieza a hacer acto de presencia al empezar a contemplar la altura a la que te encuentras y llega al summum en el momento en el que se abre la compuerta y el instructor que va enganchado a tu espalda te indica que debes dirigirte hacia fuera y situarte con las piernas colgando en el vacío, con esa persona tras de ti como único punto que te sostiene ante el abismo. Ahí viene lo mejor, la caída libre, toda una inyección de adrenalina que culmina con la apertura del paracaídas. A partir de ese momento desaparecen los nervios y la tensión y llegas a disfrutar relajadamente del paisaje, de todo lo que ves bajo tus pies y de la agradable sensación de planear, todo ello acompañado aún de la adrenalina que no ha abandonado tu cuerpo.

El aterrizaje fue muy rápido y divertido, sin complicaciones. Ya estaba hecho. Espero repetir algún día aunque mucho me temo que en este caso sí es cierto aquello de nunca es tan bueno como la primera vez. Y es que el listón lo pusimos muy alto, nunca mejor dicho.

Con la satisfacción de haber cumplido una de nuestras fantasías para este viaje nos dirigimos hacia el glaciar Fox, cercano al de Franz Josef, pero más fácil de contemplar a pie. De camino al mismo recogimos a dos simpáticas chicas chinas que hacían autostop (hitchhiking en inglés) para llegar hasta Fox Glazier Town. Una de ellas había trabajado como guía en el glaciar y se ofreció a acompañarnos en nuestra visita. Tras dos meses sin pasar por allá, se quedó sorprendida por cómo el glaciar seguía retrocediendo.

Contemplando Fox Glazier

Una pena, ya que aunque no nos pareció tan espectacular como el Perito Moreno argentino, el glaciar Fox supone un bello espectáculo, alrededor del cual (así como del de Franz Josef) se ha generado una pequeña industria turística responsable con el medio ambiente, pero que poco puede hacer en este caso para evitar la aparentemente lenta desaparición de ambos.

Fox GlazierQuietorls!!Nuestra siguiente parada fue una de las mecas del deporte de aventura: Queenstown. Dicen que el origen del nombre viene dado por un buscador de oro que al ver la belleza del lugar dijo que era digno de la reina Victoria y llegando a esta localidad de algo menos de 20.000 habitantes pudimos comprobar que sigue siendo así.

Road to Queenstown

QueenstownEn este viaje nos acompañaron dos simpáticos adolescentes franceses con los que coindimos en el hostel de Franz Josef y que amablemente nos preguntaron si podríamos llevarles hasta nuestro destino, que también era el suyo. Resultaron una compañía más que agradable y hablando con ellos nos dimos cuenta de lo aconsejable que resulta para cualquier persona el poder viajar cuanto antes, cuando uno tiene los sentidos bien abiertos y aún acepta su ignorancia sobre casi todo.

(French) Friends on the road

Los amigos franceses y Pablo decidieron hacer algo de ejercicio

Los amigos franceses y Pablo decidieron hacer algo de ejercicio

Apenas estuvimos un par de días y tres noches en Queenstown, suficiente para comprobar que se trata de un destino excelente para cualquier amante de la naturaleza y de los deportes de aventura. Eso sí, siempre que se cuente con un buen presupuesto, que los destinos populares de vacaciones en Oceanía no son baratos y éste es uno de los más conocidos.

Nuestro hostel en Queenstown

Nuestro hostel en Queenstown

Montañas de QueenstownEn nuestro caso, pudimos disfrutar de un acogedor ambiente viajero en uno de los muchos hostels de la zona, recorrer impresionantes desfiladeros entre montañas que esperaban la nieve del invierno que se acercaba y sentir aumentar nuestra adrenalina a bordo de un speedboat (lancha rápida) que volaba entre rocas y a tan solo unos centímetros del suelo.

Tras comprobar que el bungee jumping (puenting) más alto de Queenstown (134 metros) ofrecía un salto inferior en 9 metros al que realizamos en Costa Rica y que su coste ascendía hasta los 250-300$, limitamos nuestras actividades al «paseo» en speedboat (lancha rápida) y a la visita obligada al Parque Nacional de Milford Sound.

Pasamos a toda velocidad sobre este río en el que cabalgaron las olas en la película 'El Señor de los Anillos'

Pasamos a toda velocidad sobre este río en el que cabalgaron las olas en la película ‘El Señor de los Anillos’

Los primos en los rápidos

Milford Sound se encuentra al suroeste de la isla, en Fiorland, un parque natural de fiordos, de muy difícil acceso, rodeado de grandes montañas. Existe una única vía de entrada por carretera en lo que supone un viaje de unas 5 horas desde Queenstown. Los fiordos de Milford se contemplan mejor seguramente en un día soleado, que permita el reflejo en el lago. En cualquier caso, ver todo ese paisaje, con cascadas a uno y a otro lado cayendo sobre el mar, también impacta bajo un cielo encapotado.

Road to Milford SoundBoat to Milford SoundBad or good weather... Milford Sound's greatLa mejor manera de disfrutar Milford Sound es recorriendo a pie sus senderos, pasando varias noches acampado en sus entrañas. Si no se dispone de varios días o de las ganas para llevar a cabo este tipo de visita, el recorrido de un solo día, el que realizamos nosotros, resulta igualmente recomendable. El paisaje, tanto a través de la ventana del autocar como a pie en alguna de las paradas programadas o desde el barco que realiza un pequeño recorrido por sus aguas, impacta por su belleza. Bosques frondosos, ríos cristalinos, montañas imponentes, cascadas de vértigo… Todo eso y más se concentra en un parque natural en perfecto estado de conservación.

Milford's waterfallsNosotros no contamos con el mejor clima para visitar el parque, con un día gris y lluvioso, pero incluso así nos quedamos maravillados con la belleza del mismo. A nuestra grata experiencia contribuyó, todo hay que decirlo, la excelente labor de nuestro apasionado conductor-guía, enamorado de su país y de su naturaleza, sobre los que nos instruyó incansable durante horas.

Dolphins in Milford SoundCafelito en MilfordDesde Queenstown nos dirigimos Christchurch, donde pasaríamos nuestra última noche en la Isla Sur de New Zealand. Antes, tuvimos la suerte de comprobar cómo el cielo que amaneció con una lluvia torrencial se despejaba y nos iluminaba con un azul radiante. De esta forma pudimos gozar de varios lugares de esos que en Nueva Zelanda uno va encontrando a su paso, algunos tan espectaculares como el lago Tekapo o el monte Cook.

Panoramic Tekapo lake

Tekapo Lake, ante la mirada del monumento al perro ovejero, el ‘collie’: una estatua de bronce financiada por los habitantes de la región en agradecimiento a una raza canina «sin cuya ayuda hubiera sido imposible realizar el pastoreo en el terreno montañoso».

Sunny road

Amazing NZ

De Christchurch, la principal ciudad de la Isla Sur, con una población de casi 400.000 habitantes y de construcciones renovadas tras los terremotos que la asolaron en 2010 y 2011, no podemos opinar, ya que llegamos de noche y nos fuimos por la mañana. Nos queda, eso sí, el divertido recuerdo de haber dormido en una antigua prisión, reconvertida en hostel de backpackers, pero conservando gran parte de su estructura carcelaria, con puertas correderas y pasillos estrechos.

Prison breakCarlos prisonerPablo prisoner

 

 

 

 

 

 

 

Desechamos la idea de visitar la ciudad para asegurarnos cruzar a la Isla Norte en el último ferry del día. Un exceso de confianza y la distracción que suponía una vez más el querer detenerse en cualquier punto para tomar fotografías de cuanto nos rodeaba, cerca estuvieron de provocar que perdiéramos el barco, pero finalmente lo conseguimos.

Autumn road

22 – 29 abril. New Zealand (North Island). A new world to enjoy

Auckland sea

(By Carlos)

Nuestra llegada a Auckland a las 4 de la mañana desde Santiago de Chile nos llenó de optimismo. Todo aquel a quien nos acercamos nos pareció encantador. Los neozelandeses (o kiwis, como se autodenominan en honor al peculiar pájaro que habita únicamente en este país) son amables y bastante cachondos, campechanos diría (pero sin necesidad de tener sangre azul). También son algo difíciles de entender, con una escasa vocalización (dejaremos aquí los paralelismos XD). Esta actitud afable y abierta hacia el desconocido parece ampliarse a todo extranjero que se encuentre en el país, ya sea viajero de paso (como nosotros) o establecido por un tiempo, por lo que resulta un destino perfecto para cualquiera con ganas de conversar y de relacionarse con gente nueva.

Ponsonby Backpackers

Nueva Zelanda está formada por dos islas, norte y sur (para qué romperse la cabeza buscándoles un nombre original). Ambas tienen un tamaño similar, aunque la norte cuenta con mayor población. La isla sur es considerada la más «salvaje» con mayor presencia de la cultura maorí originaria y con una amplia zona de bosques y glaciares sin apenas presencia humana. Nuestros 20 días en el país se centraron en conocer varios destinos de la isla norte e ir descendiendo hasta la isla sur, que pensábamos circunvalar.

map_of_new-zealand

Auckland view

Nueva Zelanda es un país con una densidad de población muy baja (4,5 millones de habitantes para un territorio de unos 270.000 km², lo que viene a ser la mitad de España) y casi un tercio de los mismos viven en Auckland. Aún así, incluso esta ciudad nos pareció bastante tranquila. Quizás lo que más nos sorprendió fue la cantidad de asiáticos que vimos. Los datos confirmaron después nuestra percepción, ya que alrededor de un 13% de aucklanders son de raza asiática y, de ellos, un 20% ya son nacidos en Nueva Zelanda. La integración en este caso es cada vez mayor y es probable que acaben superando en número a los nativos maoríes, que representan un 15% de la población (600.000), y que están más presentes en la isla sur.

Parques de AucklandAuckland's Church

Streets of Auckland

Dedicamos nuestras primeras horas en el hostel de backpackers a relacionarnos con los futboleros europeos que iban apareciendo por el salón para ver de madrugada el encuentro de ida de Champions entre el Madrid y el Bayern, un alemán seguidor del nuevo equipo de Guardiola, un holandés anti Real Madrid y un irlandés fan de Mourinho y pro merengue en este caso. Una bonita estampa futbolera en un país tan alejado de ese deporte. Tras un mal y aburrido partido (1-0), Pablo y yo nos pateamos el centro de Auckland.

Auckland Harbour

Depósitos redecorados

Sailing in Auckland

En Auckland visitamos la renovada zona del puerto y subimos a la famosa Sky Tower, divisable desde cualquier punto de la ciudad. El precio de cualquier actividad en Nueva Zelanda es prohibitivo para un backpacker low cost, así que en aquel momento nos conformamos con disfrutar de las vistas de la ciudad desde lo alto y desestimamos caminar alrededor de la torre agarrados por un cable (skywalking) y la emocionante caída (casi) libre desde lo alto, también sujetos a un cable (skyfall). De todas formas, a veces hacemos excepciones y en este caso el gusanillo que le quedó a Pablo por no saltar fue haciéndose más y más grande hasta empujarle al día siguiente. Tenía que hacerlo y el dinero está para vivir experiencias de este tipo, claro que sí!

Auckland view

Punto al que se desciende desde la Sky Tower

Punto al que se desciende desde la Sky Tower

Así pues, en nuestro segundo día en Oceanía yo me dispuse a recorrer la cercana isla de Waiheke y sus bonitas playas y viñedos y el primo optó por algo más adrenalítico :) Entre los atractivos de Auckland está el de disponer a pocas horas a la redonda de bellas islas en las que pasar un día o un fin de semana. Waiheke es una de ellas, especialmente reconocida por contener varias reputadas bodegas de vinos. Disfruté recorriendo a pie la isla y contemplando las vistas desde diferentes puntos de la misma.

Viñedos

Vineyards

BuzónHouse to the seaPanorámicaCaminos de Waiheke

Costa de Waiheke

Costa de Waiheke
Family in front of the seaVineyard in Waiheke

Por la tarde, los primos nos reencontramos para asistir a un partido de rugby de uno de los cinco equipos neozelandeses que participan en una liga que cuenta además con equipos de Australia y de Sudáfrica. Se nos unió un colega del hostel llamdo Jordi, quien (ojo!) no es catalán, sino holandés. Al parecer, el nombre Jordi (así escrito) es cada vez más común en los Países Bajos, tal como nos explicó nuestro amigo al comprobar nuestra estupefacción tras decirnos cómo se llamaba. Con él compramos las entradas y juntos vimos nuestro primer partido de rugby profesional en un estadio.

Himno rugby game

Interior del estadio de rugby

Nos gustó la experiencia, aunque también resultó ser la primera gran muestra de las semejanzas entre Nueva Zelanda y Estados Unidos. En el lado bueno, podemos decir que nos encontramos en un recinto moderno, limpio, seguro, con todo tipo de facilidades. Por contra, la falta de animación en las gradas convertía al Camp Nou de Barcelona en algo parecido a La Bombonera de Buenos Aires. ¡Y eso que en Nueva Zelanda se permite la venta de alcohol en recintos deportivos! Nos comentaron que los partidos de la liga nacional, en la que tan solo participa un equipo kiwi y el resto son australianos, son «otra cosa». Al parecer, esa liga se considera «más del pueblo», la que siguen los nativos maoríes, quienes realmente ponen pasión en las gradas. Nos quedamos sin poder comprobarlo, pero en este encuentro Pablo y yo volvimos a ser talismán y los Blues de Auckland se impusieron al equipo que llegaba como favorito, desde la vecina Australia.

Rugby moments

Animación en el rugby

Por la noche seguimos comprobando cómo en las Antípodas todo es bien diferente. Nuestra llegada a un club de moda en fin de semana a las 11 de la noche nos hizo sentir realmente extranjeros. No solo porque todos (y casi todas) a nuestro alrededor midieran unos cuantos centímetros más a lo largo y ancho, sino también porque a aquella hora el ambiente era más propio de últimas horas de la madrugada. El elevado precio de cualquier alcohol diferente a la cerveza no invitaba a tratar de situarnos a su nivel, por lo que nos limitamos a disfrutar del ambiente, de la música y de la cuidada decoración de la multitud de pubs existentes.

Night club in Auckland

DJ in action

Dejamos Auckland con destino a Hamilton, donde tan solo hicimos noche. A la mañana siguiente yo tenía un destino claro: Matamata, la población en cuyos alrededores se encuentra el set de rodaje de Hobbiton, esto es, la aldea de los hobbits que podemos ver en las películas de ‘El Señor de los Anillos’ y de ‘El Hobbit’. Pablo consideró excesivos los 70 dólares de la visita, por lo que él se dirigió directamente a Rotorua, donde nos encontraríamos a última hora de la tarde.

Way to Hobbiton

Como en casa en Hobbiton

En mi caso, la visita a Hobbiton me hizo sentir como un niño. Desde que entré en la tienda que representaba a una casa típica de la Tierra Media que imaginó J.R.R. Tolkien en sus novelas comencé a sentir una excitación similar a la que viví cuando visité Disney World en mi niñez y que me acompañó durante toda la mañana (supongo que algunos fans de la saga me entenderán). Subir luego a un bus decorado al uso y rodeado de freakies como yo me resultó de lo más divertido, porque se palpaba la excitación, en mayor o menor medida, de todos ellos, adultos todos y conscientes también de estar a punto de visitar un lugar especial y que, por su lejanía, éramos afortunados de poder conocer.

Casa Hobbit en Matamata

Bus a Hobbiton

El lugar en cuestión se encuentra situado en una enorme extensión de terreno destinada al pasto de 13.000 ovejas. Actualmente, turistas procedentes de todo el mundo visitan día tras día el set de rodaje utilizado en las películas dirigidas por el director neozelandés Peter Jackson, previo pago de una generosa cantidad que se reparten al 50% los propietarios de los terrenos y el señor Jackson. Un lucrativo negocio que, sin embargo, no supieron ver desde el principio, ya que cuando finalizó el rodaje de la trilogía de ‘El Señor de los Anillos’ se retiró todo el montaje que recreaba la aldea hobbit. Por suerte para todos, el rodaje posterior de la trilogía de ‘El Hobbit’ obligó a reconstruir el poblado ficticio y, esta vez sí, los responsables del mismo supieron mantener y conservar todo aquello para el disfrute de los fans y de sus bolsillos.

Campos de Matamata

Casas de HobbitonNo sabría decir si lo que se puede ver en este lugar cercano a Matamata satisfará a cualquier fan de los mundos de Tolkien y menos aún a quien no lo sea, pero yo recomendaría a casi cualquiera la visita. El lugar en el que se encuentra Hobbiton, rodeado de colinas verdes parece propio del bello mundo que imaginó el escritor británico y la representación de una aldea en la que se imaginó que vivieron unos seres de pequeño tamaño es perfecta. Eso sí, como suele suceder en el mundo del cine, no todo es lo que parece y las viviendas solo pueden verse por fuera y el único interior construido y visitable, el de la posada donde se ofrece una especie de sidra al visitante, no aparece en ninguna de las películas. En mi caso, la felicidad compartida y los recuerdos que transmite el lugar resultaron mágicos. Y qué fotos se saca uno ahí, oye!!!

This is HobbitonUn bocadito hobbitDurante la visita a Hobbiton coincidí con una simpática pareja de catalanes que se encontraban de vacaciones en Nueva Zelanda procedentes de Australia, donde residían desde hacía unos meses. Él es segundo entrenador de uno de los equipos de la Liga Australiana de fútbol y ella profesora de idiomas. Tras formarse en las categorías inferiores del FC Barcelona, él vivió la experiencia de entrenar a un equipo en Hong Kong y ahora había iniciado la aventura australiana. Él era un buen fanático de los mundos de Tolkien y ella le acompañaba en esa visita, que diría que también disfrutó. Les envío molts petonets y toda la suerte para la nueva temporada, Pau!!!

Como niños

Casas de hobbits

En Rotorua Pablo y yo pasamos la noche antes de dirigirnos a Taupo, lugar muy conocido por la belleza de su gran lago sobre el cual muchos deciden lanzarse en paracaídas. Pablo y yo pretendíamos hacer lo mismo y después realizar el famoso trekking del Tongariro. Sin embargo, el mal tiempo nos hizo posponer nuestros planes y optamos por avanzar nuestra visita a la isla sur. Aún teníamos tiempo por delante y esas dos actividades queríamos realizarlas en las mejores condiciones posibles. Y vaya si lo haríamos. Ahora era momento de conocer la isla sur, así que tocaba ferry y a por ello!

Reencuentro en Rotorua

Reencuentro en Rotorua

Ferry a Picton

*(Este post acaba de ser publicado desde un bus nocturno entre las ciudades vietnamitas de Nimh Binh y Dong Hoi, ahí es nada! :P)

Un boceto de Argentina

Calles de Buenos Aires

(by Carlos)

Muchos podrían decir que Argentina es fútbol, otros que es una generalización demasiado amplia y que, como tal, conduce a error. Bien, yo diré que conocer Argentina es como disputar un partido de fútbol :) Pero un partido de fútbol emocionante, con altibajos y de desarrollo inesperado. Antes de empezar el partido del viaje a Argentina por primera vez uno puede pensar que sabe lo que se va a encontrar.

Comentaristas de radio en la cancha de Independiente

Comentaristas de radio en la cancha de Independiente

Al fin y al cabo, ¿quién no conoc­­­e a uno, dos, tres… decenas de argentinos? Algunos incluso tenemos la suerte de tener a uno en nuestro entorno más cercano (Hola Esteban!! Tómate un gintonic a mi salud, el tercero, por ejemplo XD) El caso es que uno cree ya saberlo todo de los argentinos, de su manera de ser, de su comida y de sus costumbres, como la de tomar mate a todas horas. Pero viajando uno se da cuenta de que la única forma de conocer a fondo una sociedad es viviendo en ella por un tiempo y nosotros tuvimos esa oportunidad.

Grupo argentino en Hemingway's

Estuvimos como invitados y como turistas y solo durante unos días, por lo que puede considerarse como una inmersión superficial, de unos pocos metros de profundidad, de esas que se hacen sin bombona de oxígeno, pero con la oportunidad de observar gran parte del fondo. Un partido no da para conocer a un equipo, pero si para hacerse una idea de cómo juega o de cómo intenta jugar cuando actúa como local. Cualquier equipo cambia con el tiempo, pero esta es la Argentina con la que yo me encontré.

José de San Martín, libertador de Argentina
Minuto 0 (antes del inicio). Uno puede esperar que al salir al campo el equipo local va a recibirnos con una presión asfixiante, tratando de agradar a su público y dejando claro a la mínima oportunidad que ellos mandan (una entradita fuerte a la estrella visitante que trata de destacar, cánticos ofensivos desde la grada…). Si hay que oír que estamos en el mejor país del mundo lo haremos, luego ya sacaremos nuestras propias conclusiones.

Espanyol-Barça en casa de Brenda y Rodri, en Buenos Aires

Espanyol-Barça en casa de Brenda y Rodri, en Buenos Aires

Minuto 1. Sorpresa. Los locales salen al campo con el dominio del balón, pero sin avasallar. Juega y deja jugar. El equipo de casa quiere demostrar su estilo, pero también está interesado en conocer a su rival, al visitante en este caso. Nuestros amigos en Argentina se preocuparon por nuestra comodidad casi más que nosotros mismos desde el primer momento, al mismo tiempo que priorizaban nuestros intereses a lo que ellos pudieran o quisieran mostrarnos. Un golazo por toda la escuadra a nuestros expectativas. 1-0 en el marcador.

Fiestón en La Bomba del Tiempo

Fiestón en La Bomba del Tiempo

Minuto 10. El argentino es pasional, diría que un par de pasos más que nosotros, los españoles. Eso puede conllevar una sociedad mejor en determinados aspectos y peor en otros y así acaba siendo. Vivir un partido de fútbol allá es todo un espectáculo, como siempre se ha dicho. Nosotros asistimos a un encuentro de la B (la Segunda división) entre el histórico Independiente de Avellaneda, que aspira a volver a la máxima categoría, y otro conocido club como Talleres de Córdoba. Ese partido fue entretenido (4-0), pero no resultó ninguna maravilla para los sentidos. Independiente pasa por un momento delicado institucionalmente y había tensión en las gradas. Aún así, estas respondieron desde el primer minuto con pasión, de la buena, cantando himnos de todo tipo hasta el final. Si había que protestar, se haría al final. Pero esa animosidad sí la esperábamos. De sobras es conocida la fiesta que se vive en las canchas argentinas.

Aficionados de IndependienteMinuto 20. Pero tanta pasión tiene también su lado negativo y el aficionado alterna sus cánticos de ánimo a su equipo con los gritos reclamando mejor juego o llamando vago o pelotudo al medio del equipo que no da un pase a derechas. Todo regado con buenas pizcas de humor y hasta con sonrisas, pero enfadados de verdad en ocasiones. Y lo hace el abuelo junto al nieto y a veces uno no sabe distinguir quién lo vive con mayor fuerza. Esa pasión existe también en otros países, pero en este va más allá, no se queda en la cancha y lleva en demasiadas ocasiones a la violencia, en el momento en el que se cruza un línea difusa, que muchos no ven y que otros acaban por situar en primer plano. Los últimos enfrentamientos entre barras bravas (seguidores radicales de los equipos) a mediados de 2013 llevaron a las autoridades a decretar la prohibición de que las aficiones visitantes acudieran a los estadios. En categorías inferiores esta medida rige desde 2007. Pese a todo ello, se han seguido registrando incidentes entre barras bravas …de un mismo equipo.

Escenas de la BocaPero la violencia no se limita al fútbol. Mientras estuvimos en Argentina los informativos destacaban casos en los que grupos de vecinos se habían tomado la justicia por su mano ante los frecuentes casos de asaltos. Una amiga me contó que en su barrio le habían robado el móvil a punta de pistola. A nuestra anfitriona Brenda le robaron el bolso desde una moto, rompiéndole el cristal del asiento del copiloto mientras conducía. Alcaldes de diferentes poblaciones solicitaban ya una ley que impidiese que en las motocicletas puedan circular dos personas… La violencia y la inseguridad son seguramente el peor mal en estos momentos en la sociedad argentina, un triste autogol en la meta local. 1-1.

GramophonesMinuto 30. Pero esos errores se asumen en buena medida. No es que se ignoren, ni mucho menos, y son uno de los principales motivos de discusión entre los propios argentinos. Los jugadores no se ponen de acuerdo ni sobre las causas que llevan a estas situaciones ni sobre las medidas correctoras. Por otra parte, no se pierden por ello las ganas de luchar ni el sentido del humor. El argentino es batallador y cuando quiere algo se pone manos a la obra por conseguirlo, ya sea un puesto de trabajo, un negocio, una mujer o un campeonato, y también es pillo, por lo que utiliza todas las armas que conoce para lograr su objetivo (¡y conoce muchas!).

Javi preparando un buen arròs negre

Javi preparando un buen arròs negre

Se dice que en el amor y en la guerra todo vale y para el argentino casi todo tiene que ver con el amor (a una mujer, a un equipo, a la familia, al país) y casi todo es una guerra. Cualquier persona se pone sus límites, el problema es cuando se acepta de forma generalizada que el fin justifica los medios y se llega hasta la oda a la trampa. Así, incluso el delantero más habilidoso acaba por convertirse también en un maestro en el arte del engaño. Cuando el árbitro piensa de la misma manera también trata de ganar algo en el partido que dirige y en ese momento el terreno de juego se convierte en un campo en el que se entremezclan las cualidades de cada uno, tanto en el arte del balón como en el de la pillería.

Cartel futbolistas argentinos

Sorprendentemente, todos acaban entendiéndose y adaptándose a unas reglas que, como la moneda o la inflación, cambian constantemente. Para el foráneo todo esto resulta desconcertante y en ese desconcierto el argentino se encuentra con una moneda de escaso valor y que cuando viaja le convierte en más pobre que la mayoría. Por si fuera poco, su Gobierno, el árbitro, se queda con un 35% extra de lo que gaste en el extranjero. Se pueden buscar culpables fuera, pero creo que, como suele suceder, el problema y la solución pasan por uno mismo. El desconcierto lo aprovechan los rivales, que marcan. Es un gol en toda regla. 1-2. Así acaba la primera parte.

En el banquillo de IndependienteMinuto 45. El caos no esconde la calidad, que acaba mostrándose. El toque argentino la tiene y, como su corte de carne, es reconocido por todos. Resulta admirable su capacidad para sobreponerse a las adversidades. Este país asume que cada 10 años va a vivir una recesión de la misma forma en la que otros esperan la temporada de lluvias. No diría que haya conformismo, pero sí es cierto que al mismo tiempo que se protesta y se discute sobre la incompetencia o el mal hacer de unos y otros y se quitan y ponen gobiernos, se acepta con cierta resignación que todo ello es un mal endémico prácticamente imposible de erradicar. Eso hace que en un mismo equipo se mezclen artistas del regate con pincel con soldados bregadores que se convierten en auténticos perros de presa sobre el rival. La idiosincrasia argentina hace que se admiren por igual a unos y otros. Corrijo, diría que los segundos acaban siendo los mayores ídolos de la afición, al menos de los más fieles, que también suelen ser los más humildes.

Bar en ArgentinaMinuto 60. La alegría argentina desborda. Cualquier excusa es buena para compartir un buen rato con los amigos y con los amigos de éstos y a nosotros nos lo demuestran a cada minuto. El mate me parece un claro ejemplo de ello. El mate se comparte. Cuando un argentino hace un mate siempre lo va a ofrecer a quienes tenga a su alrededor. Si uno llega de repente a un grupo en el que se está tomando mate no tendrá que solicitar un sorbo, se le ofrecerá. Cuando el argentino se dedica a jugar, te dribla, te sorprende, te marea y te acaba metiendo el gol.

Durante nuestra estancia, a Pablo y a mí nos llevaron de un lugar a otro, conversamos, reímos, comimos y bebimos sin parar. Nunca me he sentido tan bien acogido y tan atendido como en mis días en Buenos Aires. Lo más impresionante para mí es el hecho de que con ninguna de las personas con las que estuvimos en Argentina habíamos tenido antes una amistad intensa. Unos eran amigos, otros amigos de amigos y otros auténticos desconocidos. Aún así, acabamos sintiéndonos familia. Gracias. Es un gol de falta directa, que la barrera se gira a contemplar y casi no puede evitar aplaudir cuando ve la perfecta parábola que dibuja el esférico antes de besar la red. Nos queda mucho que aprender en ese sentido. 2-2.

Ramiro, Javi y el tonto de Carlos en el Río de la Plata
Minuto 80. El equipo local se gusta, se siente cómodo y baila al rival. Sin abusar, sin burlarse, sin esos olés del público que buscan la humillación, sino con gracia, con estilo. Los argentinos y argentinas tienen una gracia innata, al menos así me lo parece a mí. Otros no los soportan. Cierto es que un argentino pesado puede llegar a ser muuy pesado. Aunque eso me parece que sobretodo lo han sufrido algunas mujeres. Generalizando, y desde el punto de vista masculino, la argentina me resulta enc­­­­antadora, divertida y alegre, y al mismo tiempo independiente y segura de sí misma, una mujer fuerte con un acento dulce. Los hombres me parecen gozar de esas mismas cualidades, solo que en ocasiones administradas en tan grandes dosis que se atragantan :)

Río de la Plata

Río de la Plata. Buenos Aires al fondo

Los argentinos son amables en el trato y claramente orgullosos de lo suyo, de su país, de su ciudad, de su barrio, de su club, de su familia, algo que yo admiro. El dominio de la situación del argentino en su país sobrepasa al extranjero. Argentina no es China, pero su economía global, su microeconomía (el miércoles ropa al 50%, el jueves las cervezas, el viernes la carne…) o su manera de funcionar nos pueden costar de entender lo mismo que las del país oriental. Al final te meten el gol, con una sonrisa, con pillería, hasta con gracia, pero te lo meten. 3-2.

Con Javi en el mercado de San TelmoMinuto 90. El partido acaba. El equipo local es claro merecedor de la victoria. Cuando juegan en casa son un gran equipo y nos superan con elegancia. Merece la pena venir a verlos jugar en su estadio y recomiendo a cualquiera visitar Argentina en cuanto pueda. Yo querría hacerlo más pronto que tarde. Y si hay partido de vuelta, espero demostrar que he aprendido algo.