13-25 enero 2014. Costa Rica Connection

Bosque nuboso

(By Pablo)

Una vez hecho el «check in» en Londres y New York llegó la hora de partir hacia pleno corazón latinoamericano y adentrarnos en un paraíso verde flanqueado por dos océanos, Costa Rica. Ahora ya podemos decir que queda inaugurado oficialmente el modo nómadas backpacker´s.

Había ganas de cambiar el blanco invernal de nuestra piel por un bronceado surfero así que una vez aterrizamos en San José, la capital, no tardamos en poner rumbo a la costa pacifica vía autocar de línea regular. Un transporte que a partir de ahora va a ser nuestro medio de desplazamiento habitual y que aunque va a su ritmo viajas por cuatro duros, disfrutas del paisaje y puedes ir socializándote con la gente local, los llamados «ticos», o con otros viajeros como nosotros.

MOTO

Costa Rica es un país sin ejército y no se sí os sorprenderá pero viven igual de tranquilos que nosotros. Tendríamos que tomar buena nota de esto. Bravo. Aunque también he de decir que lo llaman la Suiza centroamericana y no es por casualidad, aquí todo es muy caro.

Cuando el sol se esconde por el horizonte azul de las aguas del Pacífico te das cuenta del regalo que es ver cada día un atardecer en estos confines del mundo. Mirar este lienzo vivo con una refrescante cerveza helada en las manos, sintiendo la fina arena blanca en tus pies y charlando de temas sin importancia en buena compañía no tiene precio. La escena es prácticamente inmejorable. Gracias playa de Santa Teresa.

Un trocito del paraíso está en el atardecer en el Banana Beach Bar

Un trocito del paraíso está en el atardecer en el Banana Beach Bar

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La naturaleza es mi pasión y este país la rebosa, por lo que hacer una incursión hacia su parte selvática de la zona central en Monteverde era parada obligatoria. Desplazarse con nuestro querido bus por esas carreteras polvorientas invadidas por una vegetación incontrolada es un espectáculo en sí mismo. Toparse con un río y darse cuenta que la palabra «puente» no es de sus preferidas te integra aún más en su ambiente natural. Serpentear la pista hasta la cima de una montaña y ya arriba tomarse unos segundos para observar la gama de tonalidades tan amplia que puede adoptar el color verde es sencillamente precioso.

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Nos sentíamos aventureros y queríamos emociones fuertes en plena zona selvática y nuestro deseo se cumplió con esa forma tan caprichosa que tiene la vida a veces… cuando llegábamos a Monteverde un cartel anunciaba un Bungee de 143 metros de altura desde una cabina colgada entre dos montañas. ¿Queríais aventuras? ¡Pues tomad, listos! Ahora a demostrar que sois unos valientes. Saltamos, sí! La adrenalina fluye y hay que reconocer que te sientes muy vivo. Esos segundos de caída libre hacia un suelo que nunca alcanzas parecen eternos. Confirmado queda que el tiempo es relativo. Quien quiera rebatirme ya sabe lo que tiene que hacer. :p

bungee

Otro momento único fue adentrarse en el Bosque Nuboso de Monteverde. Reserva biológica custodiada por árboles majestuosamente altos y en la que habita una gran diversidad de especies de la región, principalmente aves e insectos, pero si tienes suerte puedes ver monos e incluso algún puma, entre otros.

Árbol B. Nuboso

Bosque Nuboso
Fue una lástima llegar a La Fortuna de San Carlos que está en la falda del volcán Arenal y no verlo ni coronarlo por culpa del mal tiempo. El cambiante clima tropical de esta zona en la que confluyen las corrientes atlánticas y pacíficas no nos dio tregua. Las nubes cubrían ese monstruo de roca haciéndolo fantasmal. Pendiente queda alcanzar su cima algún día pero aquí empezamos a darnos cuenta de que todo no se puede hacer durante el viaje de la vuelta al mundo, veremos muchas cosas preciosas pero muchas otras no, ya sea por la climatología, por la distancia o por el cansancio. Me da que un año se nos va a quedar muy corto. En Costa Rica no hemos visto el Parque Natural de Manuel Antonio o el del Rincón de la Vieja, el desove de las tortugas en la costa atlántica o pacífica, su fauna en todo su esplendor o el volcán Poás. Pero mirémoslo desde el lado positivo, esto agudiza tus sentidos para ir en busca de lo que más te atrae.

arenal

Por último, visitamos la costa caribeña y su famosa zona de Puerto Viejo. Es un pueblito costero acogedor, colorido y muy auténtico.

bar puerto viejo

El ritmo en general allí es tranquilo, hasta que nos ponemos a hablar de sus olitas que siempre están esperando a alguien que las intente domar. Así que recorres sus playas y cuando a lo lejos ves ondeando ese soporte surfero (NSP) sabes que has llegado a tu lugar. Dos tablas por favor, volvemos en un par de horitas. Como dicen aquí: PURA VIDA, MAES!

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Costa Rica: Pura Vida. (By Carlos)

Hay frases definitorias de algunos lugares y que de una forma u otra permanecen. New York es la ciudad que nunca duerme, Roma la ciudad eterna, París la ciudad del amor… En cuanto a países me viene a la mente el Spain is different, que creo que en muchos casos es apropiado, o el Jroña que jroña de Grecia (juas juas). Volviendo a lo serio… Lo que quiero decir es que si hay unas palabras que definen a un país a la perfección esas son el Pura Vida de Costa Rica. No lo digo únicamente por el hecho de que este país tenga un clima estupendo, unos paisajes bellos y muy diversos, con parques naturales espectaculares o incluso por sus habitantes parecen valorar la riqueza natural de su país, o por no necesitar de un ejército, del que prescindieron hace años; que también :) Lo digo principalmente por cómo sus gentes tienen ese Pura Vida tan interiorizado que lo utilizan constantemente: para dar las gracias, para decir «de nada», para despedirse, para saludar… Y lo hacen generalmente acompañándolo de una sonrisa. Hay que aclarar que el cielo en la tierra no existe y que los «ticos» (como se autodenominan los costarricenses) tienen problemas como en todas partes y de los que se quejan a la mínima que indagas un poco (corrupción, falta de infraestructuras, inseguridad, inmigración). Sin embargo, su actitud generalmente es afable, parecen disfrutar con lo que tienen y te hacen sentir mejor. Varios españoles que nos encontramos trabajando en el país eran un buen ejemplo de ello. No tenían su trabajo soñado (responsable de un bar en un caso y maestra en el otro, siendo esta última abogada y no habiendo dado clases antes, lo hacía ahora con niños de 6 a 17 años). Sin embargo, les preguntabas qué tal estaban en Costa Rica y la respuesta era la misma: «Bien, aquí se vive bien. Se vive tranquilo y mira… Entonces sonreían y hacían un gesto mostrándote lo que tenían enfrente: naturaleza. Por todo ello, en mi caso doy por bueno eso de Costa Rica: Pura Vida.

Playa Barrigona

En cuanto a nuestra visita por el país tico, de nuevo nos han quedado muuuchas cosas en el tintero. Ya pasó en New York, una ciudad, y ahora nos ha pasado con Costa Rica, un país, sí, pero un país minúsculo, de unos 4 millones de habitantes y del que sin embargo no hemos podido disfrutar de muchos lugares considerados de visita imprescindible, principalmente parques naturales. Así pues, ya podemos irnos preparándonos para esas «pequeñas decepciones» que pueden suponer el dejar de visitar lugares que un principio entraban en nuestros planes. (En este momento abstenerse de escupir sobre la pantalla del ordenador, sé que damos mucha rabia, pero una vez metido en esta harina de viaje, uno quiere verlo y disfrutarlo todo y, aunque no lo parezca, un año no es tanto tiempo. Vale, ahora sí podéis escupir o tirar el café sobre el ordenador, pero bajo vuestra entera responsabilidad). De todos modos, en Costa Rica creo que hemos podido hacernos una idea bastante aproximada a la realidad de lo que el país ofrece.

Niños pescando en Manzanillo

San José, como suele suceder en muchas capitales de Latinoamérica, resultó ser de poco interés y más inseguro que la mayor parte del país. Sin embargo, pudimos conocer ahí a un grupo de ticos y ticas con los que pasamos una buena tarde y que nos ayudaron mucho a planear nuestro recorrido (un beso fuerte para Marcela, Lucrezzia, Nella, Pedro y Alejandro!!).

Amigos ticos

De San José nos fuimos a la costa del Pacífico, donde visitamos Montezuma, un pueblecito hippie con unas cascadas que nos hicieron vibrar al hacernos sentir en plena naturaleza por primera vez en este viaje. A continuación visitamos Santa Teresa, algo mayor que Montezuma, de ambiente surfero, con mucho encanto, en el que disfrutamos de un atardecer espectacular y donde tuvimos nuestra primera sesión de surf (en mi caso más bien sesión de arrastrar una tabla, nadar sobre ella y tragar mucha agua).

Banana Beach Club

La siguiente visita fue a Sámara. Aquí nos empezamos a dar cuenta de que en Costa Rica todo es relativamente pequeño, ya que lo que se suponía iba a ser una localidad de cierta importancia, se limitaba a unas 10 calles y una playa. Antes ya comprobamos que Montezuma consta apenas de dos calles y que Santa Teresa se puede decir que lo forma solo un largo paseo paralelo al mar. El área en la que se encuentra Sámara destaca tanto por su belleza como por su tranquilidad y para despedirnos del Pacífico decidimos hacer una excursión de un día en moto de trial, en la que visitar varias de las playas de la zona. Las carreteras en Costa Rica dejan mucho que desear y nuestro recorrido resulta imposible en la época de lluvias. Ahora estábamos en la temporada seca y resultó muy divertido atravesar varios ríos y moverse por caminos de tierra entre la vegetación visitando playas increíbles en las que nos encontrábamos prácticamente solos.

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Todos los lugares que visitamos en Costa Rica tienen cierto interés turístico y cuentan con una proporción muy grande de extranjeros, la mayoría de visita, aunque muchos regentando negocios y, entre ellos, mucho «gringo». Aún así, la convivencia entre ticos y el resto de nacionalidades parece ejemplar y el inglés es ampliamente conocido. A Costa Rica se la conoce como «la Suiza de Centroamérica» y ello implica elementos buenos y malos. Los buenos son que se trata de un país más seguro que sus vecinos, en el que hay menos pobreza (existen grandes diferencias de clases, pero ciertamente no se ven apenas personas pidiendo en la calle o que no tengan para comer), dispone de Sanidad Pública y su clase media disfruta de los mismos privilegios (o ataduras, según se mire) que la de Estados Unidos o España. Lo malo para nosotros es que no resulta barato. La mayoría de productos tienen un coste similar al de España, ligeramente por encima o por debajo. Así pues, el presupuesto se nos empezó a disparar más de lo esperado, por lo que decidimos reducir nuestra estancia en el país y no visitar algunos lugares que seguro merecen la pena.

Monos mirando monos

Tras Sámara, abandonamos la costa y nos dirigimos a Monteverde, que hace honor a su nombre. También su bosque nuboso, que alberga multitud de plantas, árboles y animales, pájaros sobretodo, y que nos recibió con una neblina y una llovizna casi constante que nos hacía pensar que habíamos viajado cientos de kilómetros y no los 143 que separan a ambas localidades. Pero así es Costa Rica, un país de contrastes, todos bellos. En Monteverde vivimos nuestra primera pequeña locura, el bangee jumping, una especie de puenting, aunque en este caso no saltábamos de un puente, sino de una plataforma móvil que te situaba a nada menos que 143 metros de altura (acabo de darme cuenta que se trata del mismo número de kilómetros recorridos ese día para llegar hasta allí; si no fuera una chorrada, pensaría que significa algo XD). El caso es que llegando a Monteverde Pablo vio el cartel promocional que, con la imagen de un saltador, destacaba los 143 metros de altura y añadía «The highest jump in Latin-America»! A Pablo se le pusieron los ojos como platos y quedó claro que él iba a saltar ese día. Yo solo tenía que decidir si le acompañaba o no. En este caso no dudé, veremos en futuras locuras que se le ocurran… Solo decir que la experiencia fue increíble, un chute de adrenalina como pocos. Repetiremos.

Colibrí

De Monteverde nos dirigimos a La Fortuna, el pueblecito a las faldas del volcán Arenal, del que se desprendía lava hasta hace muy poco, pero que acostumbra a estar cubierto de nubes y del que nosotros no tuvimos la suerte de ver algo diferente. Disfrutamos, eso sí, de las famosas termas que se encuentran diseminadas por la zona. Y tras una jornada de 12 horas en bus, con cuatro cambios de vehículo y con sus correspondientes estaciones, llegamos a Puerto Viejo, nuestra parada final en el país de la Pura Vida.

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Fue un buen reflejo de ello, un pueblecito caribeño cercano a la frontera con Panamá y en el que el reggae y el surf forman parte de la cultura local tanto o más que los patacones o el arroz con coco. De nuevo, un cocktail bien agitado entre lo turístico y lo local que consigue mantener su encanto y que se manifiesta tanto en las playas como en los bares, en las que rubios americanos o australianos se entrecruzan en las olas y en las barras con negros ticos de ascendencia jamaicana. Nuestra segunda sesión de surf y un concierto de música tica en estado puro (mezcla de reggae, ska, rock y vete tú a saber qué, pero que sonaba muy bien oye) marcaron nuestra despedida. Ahora tocaba Panamá, aunque el destino más inmediato, el también caribeño y surfero Bocas del Toro, apuntaba a pocos cambios en el entorno. A la expectativa estamos, como en todo este tiempo. Y encantados con ello! :)

NEXT DESTINATION:  PANAMÁ

Panamá